Entrevista | Periódico Al Límite
Edición N° 92. Marzo de 2013


Oscar Barra | Aguas ambiguas
Por Juan Yolin, Periodista.

Luego de dos años sin exponer en Santiago, el artista vuelve a la capital con Extraños en el Paraíso, en Galería Blanc, un conjunto de dibujos y acuarelas que muestran una realidad escindida por la fantasía. “Un lugar amigable / lleno de seres extraños / que buscan la felicidad”, sugiere en un poema de su autoría.

Movido por una inquietud de alquimista, Óscar Barra ha ido estableciendo las bases para lo que él llama “un universo nuevo”, una dimensión donde dibujo y pintura son vehículos que viajan constantemente por el cosmos de su autor. Pareciera como si su obra fuera una invitación a abordar una extravagante nave espacial, una suerte de réplica intergaláctica del Yellow Submarine, y así mirar por las ventanas fascinantes creaciones mutantes que, sin la ayuda del autor, quedarían exiliadas en lo inefable. Su próxima exposición en Galería Blanc, Extraños en el Paraíso, es justamente el anuncio de un nuevo recorrido de esta nave, donde el artista presentará una selección de obras recientes que prometen sumir al espectador en un trance por las laderas de lo fantástico.
Podría decirse que has creado un “bestiario”, criaturas que han ido engrosando tu obra en la medida que se ha desarrollado.

¿Cuál es tu relación con tus creaciones?
Más que un bestiario, creo que lo que he creado es un imaginario, un universo nuevo de seres, artefactos y máquinas imposibles. Es una realidad con lógica propia y plagada de personajes sin identidad y sin rumbo; un lugar desconocido y de características ambiguas en cuanto a las leyes que lo rigen. Esto obedece a la “física” de la plástica, del arte en su esencia más pura y antigua: la búsqueda de la belleza. Lo que llamas “bestiario” estaría contenido en este mundo amplio e inagotable.

Sobre el bien y el mal, ¿cómo crees que una mirada infantil desarrolla estos extremos morales?
La verdad es que aquello del “bien y el mal” no son mis palabras, es lo que otros ven en lo que hago. Y es válido, pues la obra cumple su cometido cuando comunica y se conecta con el espectador, cuando toca su alma que, a veces, es un alma de niño. Desde la inocencia, el bien y el mal no existen. Desde la conciencia, no somos buenos ni malos, somos humanos. Mi obra navega en aguas de ambigüedad, sobre una delgada línea que separa lo uno de lo otro, muy lejos del mundo real y muy cerca de lo que realmente somos.

Entre tus referentes haces mención a Ray Bradbury. ¿En qué aspectos se relaciona tu obra con las del escritor de ciencia ficción?
Concretamente, la palabra. Su poética llenó de imágenes mi cabeza y mi corazón de un sentimiento de fragilidad y soledad frente a la inmensidad del universo. Algo pude entender entonces de la naturaleza humana y algo más entiendo ahora de mi propia existencia. Aunque el misterio es demasiado grande, el amor ayuda. La felicidad es sólo una ilusión, pero es bella. Lo importante es que el ser humano sobreviva pero, tarde o temprano, el cosmos se olvidará de nosotros.

¿Cuánto llevas sin exponer?
Nunca he dejado de hacerlo, siempre estoy en exposiciones colectivas y proyectos a los que me invitan. Individualmente, lo último que hice fue en el Centro Cultural de Recoleta. Tengo muy lindos recuerdos de esa exposición y de la gente que me acompañó.

¿Cuáles son tus expectativas con la exposición en Galería Blanc?
Creo que es fundamental para un artista no tener expectativas. Solo hay que disfrutar el momento, compartir con los amigos, abrazar a la mujer amada y, en lo posible, iluminar las miradas de los asistentes con sueños y recuerdos. Esa sería mi única expectativa, el resto ya no está en mis manos. 

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